domingo, 9 de noviembre de 2008

Sueño I (desde Berlín) Sobre esos sueños descabezados

Hubiera preferido despertarme antes de que su cabeza, como una bola de petanca, rodase ininterrumpidamente hacia mis pies. Pero ese sueño era especialmente terco.
Comenzó en el balcón de la casa de mis padres, donde mis tortugas Guido y Margarita, sin saber muy bien quien era hembra y quien macho, o si las dos machos o las dos hembras; se arrastraban de un lado al otro de la longitud de cemento buscando quizás un trozo de pepino, o una lechuga. Pero era tan difícil entender sus deseos que también pudo haber sido que la acción de caminar solo fuese una manera de pensar, o de manifestarse ante la falta de espacio, limitados como estaban al poco sol que ofrecía la explanada, y todo eso para complacer mi capricho pasajero de querer unas tortugas, porque las encontraba todo un signo del misterio.
Yo las miraba desde otro lado, quizás flotando o desde abajo, las ubicaciones de los personajes nunca son exactas en este tipo de sueños, y en ese momento en que yo pensaba que Margarita extendería su cuello para escuchar (las tortugas son muy buenas apreciadoras de la música clásica), la cabeza se desprendió del cuerpo, y para mi mayor estupor y asco, la extremidad desprendida se triplicó en tamaño, y el cuerpo ahora acéfalo seguía caminando con una rapidez poco usual en este tipo de reptiles. No tenía más esa mirada neutral y ese pedazo de cuerpo oculto bajo las baldosas de su caparazón que tantas dudas me despertaba de niña. Ahora en cambio era un animal desarticulado pero capaz de vivir normalmente con sus extremidades separadas. Y su sangre no era verde, como siempre había pensado, sino roja, rojo morado, como la de los humanos.
Andaba Margarita, en este sueño mío, acéfala. Fue su venganza: hacerme despertar bañada en sudor frente a la sensación de tener, yo también, un caparazón el cual cargar a lo largo de un reducido trozo de balcón.

2 comentarios:

C de Barcelona dijo...

Hola R de Berlín: Como te conté por email me pareció buenísima esta frase: "Pero era tan difícil entender sus deseos que también pudo haber sido que la acción de caminar solo fuese una manera de pensar" sobretodo por la imagen de las tortugas moviéndose perezosamente y vagamente en espacio, sin rumbo. Un poco reflejo de un caos mental lento je. Hay neblina en tu sueño, indefinición, me gusta. Bueno aca estamos ¿viste? tanto café al pedo para organizarnos y ver qué podíamos hacer juntas en esta vida y acá estamos unidas en la red o atrapadas...y bueno eso confirma que las lejanías acercan. Desde Barcelona un abrazote. C de Barcelona.

Anónimo dijo...

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