domingo, 9 de noviembre de 2008

Crónica I (desde Berlín) Curso de "Integración"

Tengo un euro que me baila en el bolsillo junto a unas cuantas migas y una batería usada que espero encontrar un lugar donde dejarla, porque especialmente en esto soy respetuosa con el medio ambiente. Bajo los dos pisos que me dividen de la tierra y quedo por unos segundos dudando si coger la bici o el metro, la lluvia es constante ¿me mojo pedaleando o me arriesgo a tomar el metro sin ticket?
Desde temprano tengo que tomar decisiones, hasta para trasladarme, pienso. Apenas levantarse y ya cargando con la pesada responsabilidad de decidir. Decidir si darse una ducha , decidir la ropa, decidir si tomar un café o un té, o si comer tostadas o galletas, o cereales que siempre es mas sano, si lavarse los dientes antes o después del desayuno. Si encontrara a alguien que me gestionara todo este tipo de decisiones tan banales pero tan importantes para sobrellevar la vida diaria. Finalmente tomo la bicicleta pese al pronóstico meteorológico. Mi ropa de lluvia es escasa pero tengo una buena bufanda que me cubre las orejas, asunto casi solucionado.
Llego a mi clase de alemán, como le llaman: el curso de “Integración” para inmigrantes y refugiados. Somos varios: tres turcos (dos mujeres, un hombre), dos africanas (mujeres) una chilena, una española, un polaco y una brasileña. Ninguno de ellos muy buenos para pronunciar la Ch de “möchte” (querer), yo tampoco. Mientras la profesora explicaba el pluscuamperfecto apunté en mi agenda este día memorable, en tres palabras: “hoy (en la hoja del 5 de Noviembre) ganó Obama”. Al instante de mi registro a la profesora se le ocurrió justamente tocar el tema Obama, manifestando su cordial alegría frente a los resultados de las elecciones. Todos coincidieron con ella, una de las mujeres africanas hablaba de Obama con los ojos cargados de lágrimas. Y a mí se me ocurrió comentarle a la profesora que lo increíble es que fuese negro, que es lo mismo que si en Alemania el primer canciller fuera Turco, ella dijo no, que el ejemplo no era válido, que en todo caso sería como si en Alemania ganase un judío: “y eso que ahora el antisemitismo no es tan fuerte en Alemania como la discriminación negra en Estados Unidos”.¿y Hitler?, pregunto la chilena sin querer ofender a la señora. Yo digo ahora, no antes, volvió a repetir.