lunes, 22 de diciembre de 2008

Sueño III: Festín con animales

Estaba en un jardín junto a una vieja, sentadas en un tronco de árbol; ella sostenía en su falda a un cerdo enorme, terso, rosa y muerto. La vieja me hablaba, me contaba lo que ancestralmente significó el cerdo, un dios, “un dios rosa” con alas. Sacaba un cuchillo y tajaba la barriga del cerdo y me advertía con ojos oscuros: “al tajar el cerdo y comer lo que se encuentra en su estómago hay que tener cuidado porque puede emanar un hedor horrendo dependiendo de cuándo el animal ingirió el alimento.” Abría el estómago y este se veía dividido en diferentes recintos y sacaba de el una ristra de ajos lustrados por un brillo gris. Lo comíamos y cortaba otra parte del estómago que se mantenía asombrosamente seco, no sangraba. Luego la vieja dijo: “hay cuchillos ahí adentro también, claro…es que los cerdos…”. Luego, me ponía de pie, caminaba hacia un caserón y dentro había una pequeña laguna transparente donde veía moverse y saltar a una rana gorda grande, no era verde, era dorada y no tenía patas era como ver el icono de una rana; una amiga mía de la adolescencia la levantaba y me la acercaba a la frente. Yo escapaba y ella me corría riéndose con la rana en la mano…

2 comentarios:

Chiquilín de Bachín dijo...

Te descubrí, 'C' de Barcelona.

:)

C de Barcelona dijo...

¡Hola Bachín! Adelante que para usted la puerta abierta; bienvenido a la caída...