miércoles, 11 de noviembre de 2009
Sueño VI: El Último
domingo, 20 de septiembre de 2009
Septiembre
viernes, 26 de junio de 2009
Biblioteca
Las bibliotecas fueron un descubrimiento que hice de grande cuando reuní la paciencia suficiente para sentarme y leer, de pequeña no la tenía, trepaba árboles y escuchaba música pero los libros me los relataba papá o el musicuento.
En ese rincón de la biblioteca leo, y miro, para descansar la vista, el árbol viejo del jardín.
Además de ese lugar disfruto de los sonidos de la biblioteca. Puntualmente son dos. El primero es cuando se sientan estudiantes en mi mesa, deben ser mínimo dos personas, me gusta escuchar con desatención su conversación susurrada. El sonido de la voz a medio salir de la boca ya sea en timbre grave o agudo, a una cierta distancia producía en mí un efecto sedante. La “s” ibérica en un volumen apenas perceptible tiene un efecto transportador al ensueño, como si el sonido rodeara mi cuello haciéndome cosquillas con una pluma tersa . No interrumpo mi lectura. Es un placer secreto. Ocurre algo parecido cuando alguien se acerca a las estanterías cercanas donde me encuentro para buscar un libro específico y miran con esmerado detenimiento los libros. La suela contra el piso en un paso corto y lento, y, sobretodo, cuando se detienen frente a un libro, escuchar el hueco donde probablemente decidirán si tomarlo o no, si es la edición que buscan, si es muy largo o muy corto. Si agarraban el libro, el sonido del roce de la mano sobre el papel, el pasar las hojas o el toque de las tapas duras al dejarse en el estante, me adormecía. Eran quizás los sonidos cercanos al silencio los que me transportaban…
martes, 2 de junio de 2009
Caminando
miércoles, 20 de mayo de 2009
lunes, 11 de mayo de 2009
Sueño V
*De chiquita creía que los pinos al otro lado del descampado, que se veían desde casa, era Chile.
jueves, 23 de abril de 2009
Visita al médico de cabecera
Me dijeron: "Siéntese allí y le llamarán por su apellido". Me senté. Detrás mío oía la voz de un viejo que le hablaba a una joven sentada a su lado. "He comprado hoy 2kg de naranjas en el mercado San Antoni a 1.99 el kilo"; Eh, -dijo ella- pero te vas a poner de naranjas hasta..." "Nooo- respondió el viejo- son pequeñas..." Ah, y más buenas entonces no?
Una mujer que apenas se sostenía en pie tomaba a su hija del brazo para arrancar el paso. El bastón en la otra mano. Un chico delgado pasó encendido al lado mío.
Fui porque tengo 35 años y tengo granos en la cara como si tuviera 15. No tengo ni el espíritu, ni la inocencia, ni la frescura, ni las ganas de esos años. Adolescente a los 35.
Una mujer mayor con la pierna derecha hinchada y vendada se sentó frente a mí; la venda dejaba ver la piel morada y lustrada por la presión. Un niño corrió con una venda en el ojo y un par de anteojos puestos. La doctora salía al pasillo a gritar apellidos como enfermedades y uno a uno se paraban los viejos con la vergüenza de estar enfermos.
martes, 10 de marzo de 2009
Ir y volver
Los recuerdo a todos parados en el jardín de enfrente de casa, doblé la esquina en el remís con la mano levantada. En el aeropuerto me despedí del remisero y le dije “a usted es al último que saludo”, “buen viaje” me respondió. Llegué a Madrid el domingo a las 7 de la mañana, de noche. Salí a la ciudad porque tenía seis horas entre un vuelo y el otro; me bajé en puerta del sol, estaba gris y lluvioso. Madrid estaba quieto, no había nadie en la calle, todos los negocios estaban cerrados. Un hombre me pidió dinero y le dije que no tenía...que venía de Argentina (soy una idiota pensé). Me fui a la Plaza Mayor y estuvo bueno porque había puestos de monedas antiguas, llaves, postales de colección, antigüedades entre otras cosas y me compré una llave vieja, dos estampillas, una hebilla de cinturón de militar y cuatro monedas: de Francia, Italia, peseta española, y de Portugal. La mayoría de los que compraban eran viejos con boina, coleccionistas. No sé pero me voy acordar de eso.
Después me fui a una cafetería y me senté junto a una ventana grande que daba a una callecita peatonal. Tengo todo dije: hace frío, llueve, café con leche, cigarrillos y un poco de sueño. Los futuros recuerdos, pensaba, son ahora todavía vivencias, me separan horas de los hechos…sé que poco a poco irán bajando.
Alguien me dijo: “no se puede estar en dos lugares al mismo tiempo.”
viernes, 23 de enero de 2009
BERLÍN-REGISTRO DE PASO.
SUEÑO ROJO
Un día de verano, 10 años, en un parque acúatico, Silvina y yo. Los bañadores de la gente eran rojos, las sombrillas eran rojas, el agua de las piscinas era roja, el tobogán más alto también era rojo, alto, empinado.
(...) voces, un perro ladra, mis manos son las de ahora en mi cuerpo de niña, barreno las olas en la playa bristol, unos turcos que juegan al dominó bajo un sol recalcitrante de Mar del Plata en Enero
Silvina me miraba de abajo, yo solo podía ver sus gestos, animándome para que me tirase. Tenia dos opciones, tomar el coraje para deslizarme por ese tobogán acuático, al cual mi amiga le hacia tanto alarde desde abajo, o aceptar mi cobardía de ultimo momento y comenzar a bajar por la escalera, tan o más empinada que el tobogán. Para llegar al suelo debía atravesar por algunos de estos dos abismos: la escalera o el tobogán.
Me arrojé hacia ese estrepitoso vació, así era como lo sentía, y el único motivo que me incitó a hacerlo era el deseo de abrazar a mi madre. El sol me pegaba fuertemente en la espalda, haciéndome arder los hombros que los tenía tan rojos como todo mi alrededor. Es mi última oportunidad, pensé, de evitar un escándalo poniendo en evidencia mi miedo paralizante.
Desperté apenas, y a punto de deshacerse todas estas imágenes, con esfuerzo las retuve como quien da un manotazo en el aire queriendo retener el humo, no es imposible pero requiere de concentración
Volví al viaje nocturno y terminé mi sueño, de la mejor manera, un sueño heroico. En la otra escena, ya estaba sintiendo como el agua me iba acariciando la cara, fue un instante el descenso, la sensación del agua y yo resbalando sin pensar cuando iba a acabar.